Los días transcurrieron muy lento hasta llegar el sábado. Aún recuerdo como si fuera ayer la reacción de Sergio al decirle que quería que Clara viniese a la fiesta.
-¿Qué? Pero ¿cómo va a venir Clara? ¿Estás loca? Tan solo hace dos días que os matasteis a hostias y ahora, ¿la quieres invitar a la fiesta? Yo flipo contigo.
Ya ves, si es que hasta yo, que sé porqué lo hago, pienso que es una locura, y ni mencionar la que tuve con María José.
Llegado el sábado por la tarde, dejé de pensar en las tonterías de Clara y comencé a prepararme. Como la fiesta era ibicenca, tenía preparado un vestido blanco. Era precioso, de tirantas, con un escote increíble, y desde debajo del pecho, volantes hasta un poco antes de la rodilla que termina el vestido. Llevaba unas sandalias blancas, y un collar de bolitas de madera. El pelo lo llevaba suelto, con una cinta marrón alrededor de la cabeza y la frente, que tiene una flor blanca por el lado derecho. No me maquillé mucho, pues seguro que acababa metida en la piscina.
Quedé en que Sergio pasaría a recogerme en la moto.
Menuda fiesta me espera… clara va a hacérmelo pasar mal, lo intuyo.
Como un reloj, así de puntual era Sergio, que a la hora justa estaba llamando a mi puerta.
-¡Ya voy!-abrí la puerta y lo vi-¡Qué guapo!
Sergio iba con unos piratas vaqueros y una camiseta blanca.
-Calla, que si voy a tu lado ni me mirarán.
-Me despido de mi madre y nos vamos, ¿vale?
-Venga, no tardes.
Me acerqué al salón y desperté a mi madre que estaba dormida en el sofá.
-Oye mamá, que me voy.
-¿Dónde vas? ¿Y así? ¡Pasarás frío!-dijo adormilada.
-No chilles, que despiertas a papá.-Pedro estaba durmiendo en el sofá de al lado-Buenas noches.
-No llegues tarde.
-Sí, sí, tú duérmete.
Sergio ya estaba en la moto y la tenía arrancada.
-¡Vamos, muñeca!-dijo y me pasó un casco.
-Una pregunta muy tonta, ¿cómo es que no has quedado con Elena para ir a la fiesta?
-Ah, sí. Se me había olvidado decírtelo. ¿Respuesta tonta para la pregunta tonta? Lo hemos dejado.
-¡¿Qué?!
Le dio gas a la moto, y salimos flechados hacia la casa de Javi.
Me agarré fuerte al cuerpo de Sergio, pues no sé si por rabia y dolor o por prisa, iba muy rápido. Por eso mismo, llegamos en nada a la casa de Javi.
-Toma, el casco-se lo alargué y él lo cogió.
-Vamos, ya habrá mucha gente.
-Espera, Sergio… lo siento mucho. Si quieres hablarlo…
-Evelyn, yo no sé si es bueno que lo sepas.
-¿Por qué? ¿Qué pasa?
-No quiero que te sientas culpable para nada, ¡eh!
-Sergio no me asustes, ¿qué he hecho?
-A ver, el jueves estuve en tu casa, y el viernes también.
-Sí.
-Pues Elena es un poco celosa, y digamos que… me dio a elegir.
-Elegir… ¿elegir cómo?
-Entre ella… y tú.
-¿Qué? Pero ¡esa tía está loca!
-Eso mismo dije yo-sonrió y me abrazó-vamos anda, que los dos necesitamos un buen cubata.
Desde luego que lo necesitaba. A quién se le ocurre darle a elegir a una persona entre su mejor amiga desde hace seis años, o entre su novia desde hace algunos meses. Cómo quiero a Sergio, es el mejor.
Entramos en la casa, y como bien dijo Sergio, estaba llena de gente. La música, el olor, el ambiente, la decoración, todo perfecto. Algunas antorchas descansaban sobre el césped alzando unas altas llamas al viento.
Todo era perfecto… hasta que me topé con ella.
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