sábado, 19 de febrero de 2011

Cap.45 No puede ser...

-A ver señorita Pérez, haga el favor de salir a la pizarra a corregir el ejercicio.
Clase de francés, súper aburrida.
Pasé un fin de semana increíble con Zac.
La cosa, es que ahora Clara y sus amiguitas me miraban mal. Antes ya lo hacían, pero ahora encima me tomaban por una loca.
Javi, a mi lado sentado, parecía sólo echarme cuenta a momentos. Estaban sus momentos buenos, cuando estábamos con David, y sus momentos malos, como en clase. Cuando estamos con David, parecía su padre, tan atento, tan…
-¡Hostia!
-¡Señorita, le voy a tener que pedir que salga de clase!
-No maestro, ¡no lo diré más, lo siento!
-¡La última vez!
-¿Pero tú estás loca? ¿Qué te pasa?
-Javi por favor, déjame.
Hablando de padres… ¡mi regla! La tenía olvidada por completo, desde agosto. Estábamos en Septiembre.
A ver Evelyn tranquila… ¿qué posibilidades hay?
Pues… a ojo… dos. Javi, y Zac. Vaya lío.
Dibujé un calendario en el cuaderno y me puse a contar días.
Me lié con Javi días antes de empezar con Zac… y desgraciadamente no usé precaución con ninguno. ¡Seré gilipollas!
Estamos a…
-Javi, qué día es hoy.
-Diecinueve de septiembre. ¿Estás bien o no? ¿Qué haces con el calendario ese?
-Nada, déjame.
Pues me tenía que haber venido ya… me suele venir a principios.
Joder, joder, joder.
No puede ser…
-Señorita González, ¿es que no me oye usted o qué?
-Sí, lo siento.
-Pues salga, hombre.
Javi vio mi cara extrañada y me echó un cable.
-Ejercicio nueve. Página treinta y tres-susurró.
-No lo tengo.
Me alargó rápidamente su cuaderno.
-Gracias.
Me levanté y fui hacia la pizarra.
Estaba sudando mucho, a pesar de que no hacía calor.
Me costó lo mío escribir el ejercicio en la pizarra, me temblaba todo.
Al acabar, me puse mirando hacia la clase, de pie, esperando que el maestro corrigiera mi ejercicio.
Entonces lo vi, maldita sea mi suerte.
Me había dejado el cuaderno abierto por la página del calendario.
Se podía ver perfectamente en los números de los días correspondientes “Javi” y “Zac”, y también la fecha de mi regla meses atrás.
Pude ver su cara, cambiando de asombro. Se le abrieron los ojos, y empezó a ponerse nervioso.
-Muy bien señorita. Con lo buena estudiante que es usted, y lo despistada que está últimamente. Tienes que…
Sonó la campana.
-¡Salvada por la campana!-gritó alguien.
La siguiente hora me tocaba en esa misma clase, así que en cuando pude salí corriendo de allí sin recoger ni siquiera mis cosas.
-¡Evelyn!-Javi venía detrás de mí.
Como no podría evitarlo mucho tiempo, me metí por el camino fácil: el baño de las niñas.
Me metí en uno de los cuartitos, y desde allí pude oírlo.
-Oye, ¿no has visto el cartel de ahí fuera o qué?
-Fuera-mierda, era la voz de Javi, echando a las niñas supongo-¡Evelyn!
Ni señal de sonido por mi parte.
-¡Evelyn!
Abrió todas las puertas, hasta que dio con la mía.
-Ábreme la puerta Evelyn, ¡ábreme!
-¡No! Que estás muy nervioso y me das miedo.
-Evelyn…-suspiró hondo y aguardó unos segundos-Evelyn por favor, ábreme la puerta.
Abrí la puerta y entró. Yo estaba sentada en el orinal y él frente a mí.
-Evelyn, qué es eso del calendario. Dime que no es lo que pienso.
-¡Joder!-rompí a llorar-No lo sé, es que no nos pusimos condón, y antes de él fue contigo, y la regla no me viene, y estoy muy nerviosa…
-Shh, tranquila Evelyn, tranquila…
Javi me abrazó, y esperó que me tranquilizara.
-Tengo una idea. Ahora vámonos a clase, que nos pondrán un parte si no. Luego, nos vamos y te invito a un batido en el Starbucks, y lo hablamos, ¿vale?
Asentí con la cabeza, y volvimos a clase.

Cap.44 ¡Pillados…! Casi infraganti

Al acabar de comer, nos fuimos a casa, y allí Javi cogió su moto.
-Gracias por dejarme estar con él rubia.
-De nada. David, vámonos para adentro que en un rato llegará Zac.
-¡Yo quiero ir en la moto!
-Sí, pues no faltaba más… vamos anda-lo cogí de la mano y lo empujé hacia la puerta. Adiós Javi.
-¡Adiós Javi!-gritó David.
-Adiós enano-dijo y yo me di la vuelta camino hacia la puerta-¡Rubia!-me giré bruscamente y con sonrisa picarona añadió-Adiós.
Arrancó la moto y se fue. Así, sin más. Tendrá la cara dura…

Horas más tarde.
-[…]
-Hola Zac, ¿a qué hora vienes?
-[…]
-¿Qué vas a llegar más tarde? ¿Por qué?
-[…]
-¿Ayudar a un amigo con la mudanza?
-[…]
-No, pongo esa voz porque tenía ganas de verte, creerte sí te creo…
-[…]
-¿Pero a qué hora has quedado con él?
-[…]
-Nueve, eh… Pues nada, tú cuando acabes me llamas, ¿vale? Un beso, te quiero.
-[…]
Sí hombre, a ayudar a un amigo con la mudanza… ¡Pues no va a tener esa suerte! Este ha quedado con Clara en la heladería a las ocho, y allí voy a estar yo… ¡se van a enterar!
Miré el reloj, las ocho y cuarto. Tenía el tiempo súper justo.
-Sergio, no preguntes, ¿estás en casa?
-[…]
-Pues en quince minutos en la puerta de mi casa con la moto, ¡luego te lo explico!
Colgué el móvil y me metí corriendo en la ducha.
La ducha no fue más rápida porque Dios no me dio la “híper-velocidad” al nacer, pero vamos, que casi me mato y todo.
Me puse unos vaqueros y una camiseta cualquiera, cogí un pañuelo para el cuello, metí todas mis cosas en mi bolso, cogí mi chaqueta y me dispuse a salir, pero como siempre…
-Evelyn, ¿dónde vas?
-Me tengo que ir mamá.
-¿Es que viene Zac hoy?
-Sí, está al llegar.
-¿Ha cerrado bien la puerta de la casa de El Castillo?
-Sí mamá, todo perfecto, ¡me voy!
-¿Y el niño?
-¡En su cuarto!-chillé tras cerrar la puerta.
En efecto, al salir a la puerta estaba Sergio en la moto.
-Mira Barbie, yo no sé en qué andas metida, pero sea lo que sea ten cuidado anda.
-Que no es nada, llévame a la Alaska anda.
Me subí a la moto y nos fuimos.
-¿Pero no has quedado con Zac? ¿Por qué no te recoge él?
-¡Ay, mira para adelante que nos vas a matar! No he quedado con él, es… ¡Sergio, ya te lo contaré que no llego!
Al llegar, me bajé de la moto y eché una mirada rápida a la terraza de la Alaska.
-¡Allí están!-grité.
Clara estaba sentada en una mesa tomándose un batido. Frente a ella, un moreno. No pude ver más, pues estaba de espaldas.
-¿Esa es Clara? ¿Y con quién está?
-Zac. ¡Será cabrón!
Sergio me tapó la boca y me estrechó contra él.
-A ver Evelyn, explícame.
-Que es Zac, que me pone los cuernos con la loca esa-dije llorando.
-Que no es Zac… ¿cómo lo sabes?
-Porque lo sé, míralo, ¡es él!
-Evelyn, veo una espalda y un pelo moreno, hay cientos así. ¡Yo mismo soy así!
-Bueno, vete, vete, que yo sé lo que hago.
-No lo sabes.
-Da igual, ¡tú vete!
-Bueno, ya sabes dónde encontrarme, llámame y te recojo en nada.
Sergio se fue, y yo estaba decidida.
Pensaba plantarme allí y matarlos. A los dos. ¿A quién primero? Bah, da igual, a los dos.
Me limpié las lágrimas, respiré hondo, y me encaminé.
Entonces algo hizo que me parara, el chico se levantó. Entró en la heladería, para ir al baño supongo.
Entonces aproveché, fui hacia ella y la tiré al suelo de la silla.
-¡Zorra!
-¡Ay, ¿pero qué haces?!
-¡Que es mío joder, siempre me haces lo mismo, voy a matarte!
-Ay, ¡ayuda!
Entonces volvió el tío, y yo quería morirme… pero de vergüenza. ¡No era Zac!
-¡Álex, ayúdame!
-Pero bueno, ¡suéltala!-dijo y me quitó de encima suya.
La gente dejó de mirar, y nos quedamos los tres.
-¿Se puede saber qué haces?-dijo Clara-Estás obsesionada conmigo.
No podía mirarles a la cara… lo pasé fatal.
-Yo… es que me confundí… pensaba que…
-¿Estás bien?-dijo el chico, parece ser que Álex, acercándose a ella-No sé en qué pensabas, pero no estás muy bien.
Entonces, me alteré.
-¿Qué yo no estoy bien? ¡¿Pero tú conoces a ésta? ¡Que va chantajeando por ahí a la gente!-chilló Clara.
-¡¿Qué dices?! ¡Eso es mentira!
-¡Ya basta!-Alex nos intentaba callar.
Pero no podía, cada vez chillábamos más. Sólo una voz desde atrás hizo que me callara.
-¿Evelyn?-Zac estaba en la acera de enfrente metido en el coche.
-¡Zac!
-Sí anda, llévatela porque se le está yendo la cabeza-dijo Clara.
-Ven anda, súbete.
Fui hacia el coche mirándolos a los dos, y pude ver cómo se reía Clara mientras Álex la abrazaba. Lo tenía todo preparado, qué guarra…
-Me subí al coche y nos fuimos de allí.


-Jaja jaja-Zac no paraba de reírse.
-Pues a mí no me hace gracia, lo he pasado muy mal.
Se lo conté todo mientras íbamos en el coche.
-Ya me imagino. ¿Pero cómo puedes pensar eso de mí, tonta? Si sabes que te quiero más que a nada.
-Yo que sé, oí eso en el baño y pensé… ay de verdad, lo siento mucho Zac.
-No te preocupes, pero no montes más numeritos de estos.
-Por supuesto, eso ni pensármelo vamos, qué mal… Oye, ¿lo de la mudanza?
-Pues la verdad, voy a llamarlo y decirle que no puedo, porque creo que tú me necesitas más.
Se me dibujó una sonrisa enorme en la cara, y eso él lo notó.

sábado, 5 de febrero de 2011

Cap.43 De pizzería

-Joder, ¿falta mucho?
-Si quieres puedes irte.
-No tendrás esa suerte rubia.
-Ya queda poco, está a punto de pitar.
Estaba en lo cierto, pitó en pocos segundos.
Mi sobrino salió de los primeros, y vino corriendo hacia donde estábamos.
-¡Javi!-gritó David y se tiró encima de él.
Qué fuerte, me quedé agilipollada.
-Hola enano, ¿cómo estás?
-Bien, ¿por qué habéis venido? ¿Y la abuela?
-La abuela tenía cosas que hacer. Venga, vamos a casa que te hago de comer.
-Pero yo quiero quedarme con Javi.
-No, Javi se va a su casa a comer.
-Joder rubia, yo quiero estar con el chaval.
-Claro, y querrás que te invite a comer a casa, ¿no?
-¡Sí!-gritó David.
-No-dije firme.
-David, tu tía tiene razón-levanté la cabeza satisfecha y David se enfurruñó-no debo comer en tu casa… haré algo mejor. Os invito a comer por ahí.
-¿Qué? Ni hablar. David y yo comemos en casa.
-Yo voy con Javi, tú vete a casa si quieres.
-Venga Evelyn, por favor… mi primo vendrá en unas horas y tú pasarás de todos, entonces no podré verlo…
-Porfa tita…
-Pero sólo hoy, no os acostumbréis.
-¡Bien!-gritó David.
-¡Chócala colega!-los dos chocaron sus manos y seguimos caminando.
Increíble, este tío tiene doble personalidad.
-¿Qué te gusta comer?
-¡Pizza!
-Pues vamos a la pizzería. Siempre que tu tía no diga nada-dijo con chulería.
Lo fulminé con la mirada, pero no dije nada.
Fuimos a una pizzería en “el culo del mundo”, muy escondida, y que ni siquiera conocía.
-Yo quiero una coca-cola. ¿Vosotros?
-¡Coca-cola!-dijo David.
-¡No!-le dije-nada de coca-cola. Yo quiero agua.
-Pues dos coca-colas y una botella grande de agua.
-Bien, en unos minutos pasaré a tomarles nota para comer.
-Claro-dijo Javi.
Qué fuerte, pasa de mí como si nada.
-Javi.
-¿Qué?
-¿Cómo que qué? Que he dicho que el niño no puede beber coca-cola.
-Es que eres muy estricta coño.
-¡Hala! ¡Ha dicho una palabrota! Te lavarán la boca con jabón.
-No pasa nada chavalín, porque cuando los niños grandes las dicen no se ve mal.
-¡Sí que se ve! Tú ni caso David.
-¿Saben ya lo que quieren para comer?
Eché una mirada rápida a las pizzas que salían en la carta, y aunque ninguna me llamaba mucho la atención, ya que no tenía mucha hambre, elegí una mientras mi sobrino y Javi se lo decían a la camarera.
-Evelyn, te está preguntando qué quieres.
-Quiero una margarita, gracias.
La camarera se fue y los chicos comenzaron a charlar, mientras yo me metía profundamente en mis pensamientos y en mi proceso de cagarme en todo lo “cagable” de los tíos.
Cómo va a hacerme esto Zac a mí… y como se atreve Clara a hacer eso, con la de hostias que se ha llevado por mi culpa.
-¡Tita! Tienes sangre, ¿qué te ha pasado?
Mis nudillos volvían a sangrar, y no me había dado ni cuenta.
-No, nada, es que esta mañana me caí. Pero no es nada, eh cariño, voy al baño a lavarme las manos.
Javi me miraba serio, no sé en qué pensaría.
Me levanté y me dirigí hacia el baño. Me lavé las manos y la cara, no me encontraba demasiado bien. Estaba bastante mareada.
Al volver a la mesa, estaban allí las pizzas.
-¡Mira tita, qué pedazo de pizza!
-Pues venga tío, toda para ti, ponte las botas-Javi arrancó un trozo de pizza y se lo puso a David en sus manos.
No podía negarle que como padre sí que sería bueno.