jueves, 28 de octubre de 2010

Cap.17 Clara

Clara era una chica morena, alta, vamos un cuerpazo. Tenía cara de niña, pero a la vez de mujer.
Ella era amiga de Sergio, Laura y mía. A la cara era súper buena amiga, pero a la larga nos fuimos dando cuenta de que era una falsa, quería ponernos en contra a los tres, para que le contásemos las cosas y la tuviésemos a ella como la mejor.
Un día, no había quedado con Óscar, pero quería ir a verlo y estar con él. Fui hasta su casa, y la puerta estaba abierta, así que decidí darle una sorpresa. Y tan sorpresa. Subí sigilosamente las escaleras y abrí poco a poco la puerta de su habitación.
Y allí los vi, ella saltando sobre él como una loca, y él uniendo sus gemidos a los de ella. ¿Qué hice? Grité “¡Zorra!”, y salí de allí. Óscar vino detrás de mí, pero le dije que no se me acercara nunca más, que se quedara con ella. Alrededor de un mes después, Óscar se mudó de ciudad. Ahora, Clara va con sus amigas las pijas tirándose a todo ser humano con pene que se le ponga por delante. Se comenta que en sus “fiestas pijama”, se lían entre ellas. Sí, es asqueroso, pero la verdad es que no me extraña viniendo de ella.
-¡Evelyn, el teléfono!-gritó mi madre.
-Cogí el teléfono fijo de arriba, que estaba en el cuarto de mis padres, y me fui a mi cuarto.
-¿Sí?
-[…]
-Sí, estoy conectada.
Pi, pi, pi…
¿Qué querrá Sergio?
Sergio se conectó y me habló rápidamente por Tuenti.
Sergio: ¡Evelyn!
Yo: ¿Qué pasa?
Sergio: es que me he enterado que… ¡Óscar va a venir!
Yo: ¿cómo?
Sergio: que sí, que su madre y la de Elena son amigas, y dice que viene.
Yo: ¿para quedarse?
Sergio: no lo sé, pero aún no viene. Vendrá dentro de un mes o dos.
Yo: Ah, vale. Muchas gracias Sergio, creo que voy a acostarme.
No le dejé contestar y apagué mi ordenador.
Iba a volver. Óscar, mi ex novio, iba a volver. Y eso era… ¿bueno? ¿Malo? ¿Quién sabe? El mayor problema es que aún quedaba sentimiento hacia él en mi interior. No sé si era amor, odio… pero un amor como el nuestro, con lo que yo lo quería, y con todo el dolor que me causó, no se olvida en seis meses. Al menos yo no.
Y ahora, la zorra de Clara, iría a por él. No es que me importara, ella iba a por todos. Sólo faltarían unas semanas para que ella volviera de París, conociera a Zac, y fuera a por él. Zac no era mío, pero yo no iba a permitir que se lo llevara. Sonará egoísta, pero es por el bien de Zac. Para ella, los tíos son como las cámaras de fotos, de usar y tirar. Y cuando digo eso, me refiero a que los usaba como a un perrito faldero, y después se los tiraba. Luego, ni les dirigía la palabra, a no ser que estuvieran buenos, como Óscar.
Me puse a leer un rato, ya que no podía salir y no me apetecía conectarme a internet.
No llevaba mucho tiempo leyendo, cuando me llegó un mensaje al móvil.
“Bebi, no sé si sabes ya que vuelvo a Luna, espero poder verte. Un beso, te quiero”
Bebi. Bebi. Bebi. Sólo él me llamaba así. ¿Por qué? Por dos razones, una es el “acortamiento” de la palabra bebé. Y la otra, venía de “Bebelyn”, que era como me llamaba su hermana pequeña de dos años.
Los rumores eran ciertos, Óscar vendría.
Cada vez que pensaba en él, el recuerdo parecía aún más reciente. El color castaño de su pelo y sus ojos. Sus dientes perfectos, blancos como la misma nieve. Su voz dulce y cálida, su mirada penetrante…
No, definitivamente yo no podía verlo, porque sería como tirarme a una piscina de tiburones, hacerme daño a mí misma… como un mismísimo suicidio.

martes, 12 de octubre de 2010

Cap.16 Castigada

De camino a Luna, me quedé dormida pues ya estaba súper cansada. Al llegar, no tenía muchas ganas de nada, así que quedamos al día siguiente para darle el regalo y yo me quedé en casa.
-¿Cómo está Javi?-me atacó mi madre al llegar.
-Está mejor, ha sido el susto más que nada.
-Sí, mucho mejor. ¡Llamó hace horas para que supieras que estaba aquí! ¡¿Dónde estabas?! ¡¿Es que no pensabas aparecer por casa?! ¡Contesta!
-¡Pero si no me dejas!
Fue tan rápido que ni siquiera recuerdo bien ese segundo. Pero recuerdo el dolor de la bofetada y la mano roja señalada en mi cara.
Subí corriendo a mi habitación, cabreada por una parte y triste por otra, mi madre nunca me había pegado así.
Eché el pestillo y puse la música a todo volumen.
-¡No hace falta decir que estás castigada!
Lo último que oí mientras cambiaba de disco. Después un sinfín de sonidos que dolían en los oídos se apoderaba de mi habitación. Y yo, tenía que estar muy cansada, porque con la música a tope, me dormí.
-¡Ay! ¿Quién ha sido?-una piedrecita que supongo entró por la ventana, me dio en la cabeza- Esta puntería sólo puede ser de Sergio.
Apagué la música, eran las doce y media de la mañana. Me asomé por la ventana. Allí estaba, dispuesto a sacarme un ojo con otra piedra.
-¡No!-grité cubriéndome con un cojín-¡Que me vas a matar capullo!
-Sí, ¿con el tamaño de esta piedra? ¡Muerte súbita!
-Imbécil.
-Nadie me abre la puerta, supuse que dormíais. Qué, ¿bajas o me echas tu pelo para que trepe, princesa?
-No puedo, estoy castigada.
-¿Qué? Pero, ¿qué has hecho rubita? ¡Si tu madre es una santa!
-Sí, santísima. Santísimo es el hostión que me metió ayer.
-Tía pues yo quiero ir a ver a Javi.
-Yo también, joder-los dos nos miramos y sonreímos.
-¿Una aventurilla?
-Dame cinco minutos-entré y volví a asomarme-¡que sean quince!
Apagué el ordenador y fui al baño. Me duché en tiempo récord y me vestí con lo primero que pillé.
Cogí un bolso y metí llaves y móvil. Se lo tiré por la ventana y me dispuse a saltar yo. No era la primera vez que lo hacía, así que no tuve miedo. Por desgracia, Sergio se puso debajo sin darse cuenta, y caí encima.
-Joder, ¡menudo hostión!
-¡Au! ¿Estás bien?
-Sí, menos mal que no pesas tanto.
-Me lo tomaré como un piropo.
Fuimos hacia su moto y cogimos caminito a casa de Javi.
Al llegar llamé a Zac, ya que no estaba allí, estaba sólo Javi. Zac me dijo que venía de camino y que traía lo que le habíamos comprado a Javi.
-¿Mi primo viene?-preguntó Javi desde su sofá.
-Sí, va a venir. Ya estará al caer.
-¡Primo! ¡Mira lo que te traigo!
-Ah, es que ayer te compramos un regalo.
-Am… yo en el hospital, y vosotros de compras.
-Pero Javi…-iba a terminar, pero Zac me interrumpió.
-A ver tío, estuvimos viendo a sus abuelos y fuimos al centro comercial para comprártelo.
-Javi no te enfades, que me han castigado joder…
-¿Qué?-me dijo Zac.
-Sí, estoy castigada.
-Si estuvieras castigada, no estarías aquí-Javi me miraba enfadado.
No sé porqué se enfada tanto, ¿por Zac? Pero si hemos quedado como amigos…
-Se ha escapado para verte, por la ventana-dijo Sergio.
-Pero a ver, ¡¿a ti qué te jode, que se fuera de compras, o que pasara el día conmigo?!
-Permíteme, que te mande a la ¡mierda!-contestó Javi y se fue para arriba.
Dejé la camiseta de “Padre de Familia” que le habíamos comprado porque le encantaba encima de la mesa, y salimos a la puerta dispuestos a irnos.
-Evelyn, ¿quieres que hagamos algo?-propuso Zac.
-No, es mejor irme a casa antes de que se enteren que he salido.
-Déjame llevarte al menos.
-¿No te importa Sergio?
-No, no me importa. Además así me paso a ver a Elena que tengo ganas de verla.
-Gracias-dijo Zac.
Me monté en su ya conocido coche, y como costumbre rutinaria me puse mi cinturón. Costumbre que tenía desde que supe que mi padre murió en un accidente de tráfico. Aunque, por mucho cinturón que tu lleves, como se te cruce un borracho, casi que puedes despedirte de tu vida. Así de dura es la vida, por no decir otro adjetivo que todos conocen.
-¿Cuánto tiempo estarás castigada?
-No lo sé, la verdad.
Paramos en un semáforo que estaba en rojo. Bajé la ventanilla. Tras ella, pude ver en el coche azul eléctrico de al lado, una pareja discutiendo, parecían agobiados.
-¡No puedo creer que te tiraras a esa zorra!-gritaba la mujer rubia de unos cuarenta años.
-¡Cállate! ¡No digas nada delante del niño!-contestaba el hombre moreno, apuesto que de unos cuarenta y cinco. Por la ventanilla de atrás se podía ver un niño de unos cinco o seis años jugando con un cochecito muy contento.
El semáforo volvió a ponerse verde y seguimos nuestro camino.
-Por si no te veo, creo que es hora de darte mi regalo.
-¿Un regalo? ¿Para mí?
-Coge la bolsa del asiento de atrás.
Miré hacia atrás con cuidado, sin saber qué podría esperarme. Sobre el asiento trasero por la parte del piloto, descansaba una bolsa de Disney.
-No puede ser…-es lo único que me atreví a decir.
Con mucho cuidado, y serenando mi entusiasmo, abrí la bolsa y saqué lo que había en su interior. Lo primero que había, era una nota.
“Te quiere, tu Efron”.
Aparté a un lado la bolsa y me dispuse a sacar lo que quedaba en el interior.
Era un peluche blanco, de una textura aterciopelada, con la imagen de Zac Efron.
-Dios mío Zac, ¡me encanta! Pero, ¿por qué?
-Es un pequeño símbolo que hará que te acuerdes de mí.
-No hacía falta tonto.
La verdad, me encantaba. Este chico era… impredecible. Sí, esa es la palabra. Impredecible…
Llegamos a casa y tuve que despedirme de él, aunque no me apeteciera. Era tan mono… me encantaba habernos reconciliado.
-Ya nos veremos-le dije.
-Claro, pero conéctate, ¡eh!
-Por supuesto-sonreí y salí de su coche.
Él se marchó y yo llamé a Sergio por móvil, para que me ayudase. Tenía que darme una escalera, para que subiera a mi habitación. Gracias a dios, la ventana que daba a mi habitación estaba en la parte trasera de la casa, y nadie me vería. Subí y me despedí de Sergio dándole las gracias.
Lo primero que hice al entrar fue conectarme, para ver si estaba Javi. No estaba conectado, y supuse que debía estar comiendo.
-¡Evelyn, es la última vez que te llamo para comer!
Mierda, mi madre me había estado llamando. Bueno, le podía decir que estaba dormida.
-¡Ya voy!
Cerré mi Messenger y me volví a poner el pijama, para que no me preguntaran porqué me había vestido si estaba dormida. Luego, bajé a comer.
El ambiente era muy tenso, Pedro no hablaba, ni mi madre tampoco. Pedro se limitaba a mirar la televisión mientras comía. Las noticias. Parece ser que ha habido un accidente cerca de aquí, dos jóvenes muertos.
-He hablado con la abuela-dijo mi madre sin ni siquiera mirarme.
-¿Y bien?
-Me dijo que pasaste el día allí.
-Ya, eso ya lo sé.
-Pero sigues castigada, porque no llamaste.
-Pues muy bien, no tengo hambre, así que me voy.
Recogí mi plato y me fui arriba. Cerré la puerta de mi habitación con pestillo y volví a conectarme, pero esta vez al Tuenti.
No tenía gran cosa, algún que otro comentario en fotos, e invitaciones a eventos.
De repente Laura me habló.
Laura: Evelyn, ¿dónde te metes? ¿Cómo está Javi? He tenido faenas, por eso no he podido ir a verlo.
Evelyn: Pasé la noche en el hospital. Javi está mejor.
Laura: ¿Toda la noche? ¿Y qué hiciste ayer? No supe de ti en todo el día.
Evelyn: Fui a ver a mis abuelos con Zac, y después fuimos al centro comercial.
Laura: ¿Con Zac? Vaya, veo que volvéis a la carga.
Evelyn: ¿Qué dices? No hemos vuelto a nada, sólo somos amigos.
Laura: Eso por tu parte… ¿o no? Bueno, no te enfades, tengo que irme, chao te quiero.
Laura se ha desconectado.
¿Realmente “volvíamos a la carga”? Yo me llevaba bien con él, y eso me bastaba. Desde lo de Óscar, no había tenido relaciones serias, sólo rollos. Muchos rollos.
Y no me iba mal, aunque claro, teniendo novio todo es maravilloso, ¿verdad? Besos, caricias, piropos, si me apuro también flores y bombones… Sí, pero cuando pillas a tu novio en su cama con tu amiga… el amor pierde emoción.

lunes, 11 de octubre de 2010

Cap.15 Noche en el hospital

Ya me sabía cada detalle de la sala de espera. No nos daban noticias y estábamos atacados. Como no nos dejaban estar allí a todos, solo nos quedamos algunos. Estábamos María José, Adrián, Xiza, Dani, Zac y yo. Sus padres también estaban, lógicamente, pero estaban dentro con él.
Ver a Javi en ese estado me dejó un poco marcada. No me quitaba esa imagen de la cabeza. No podía parar de pensar en él, a pesar de saber que no era tan grave lo que le había pasado. Un coma etílico. Nunca había visto un coma etílico a base de mojitos, pero es que él había tomado muchísimos.
-¿Quieres algo de comer o beber?-me dijo Zac.
-No, gracias.
Estaba tan nerviosa que no quería nada.
María José estaba peor que nadie, y era normal. Si hubiera sido Selena la que estuviera en el lugar de Javi, a mí me daba algo. No quería por nada del mundo estar en el lugar de María José. Pero ella no había tenido que verlo como yo lo vi.
El tiempo que estuve allí fue horrible. No recuerdo cuántas horas fueron, pero fue insoportable.
Ya sobre las cuatro, vino un doctor a preguntar.
-¿Qué es lo que ha bebido?
-Mojito-contestó Zac.
-¿Mezcló con pastillas o algo?-preguntó de nuevo.
-No-dijo Xiza-sólo fue mojito, pero ingirió una gran cantidad.
-Le estamos sacando el líquido del estómago. Después es mejor que pase aquí la noche, mañana podrá volver a casa.
-Doctor-dije rápidamente antes de que se fuera-¿se puede pasar a verlo ya?
-Sólo podrá pasar a verlo una persona.
No tuvimos que pensarlo mucho, entró María José.
Mi madre me llamó, ya que mi hermana le habría contado lo sucedido. Le dije que pasaría la noche con Javi y su familia.
Nos dijeron que no podríamos estar tanta gente, así que nos fuimos a la cafetería del hospital. Estuvimos toda la noche allí, o bien en la cafetería o en la calle.
Sobre las seis, estando Zac conmigo en la puerta, me propuso algo que le sigo agradeciendo.
-¿Tienes frío? Podemos ir al coche.
-Pues no te lo niego, tengo frío.
Fuimos a su coche y me puso la calefacción. Echamos los asientos de adelante hacia atrás y nos tumbamos.
-¿Cómo estás?-me preguntó.
-Bueno, ahora estoy algo mejor, pero aún así no estoy bien.
-Ya verás que todo va a salir bien.
-Eso espero.
Me quedé dormida, y lo sé porque cerré los ojos y al abrirlos era de día.
-Evelyn, ¿estás despierta?
-Sí-dije haciéndome la remolona-¿qué hora es?
-Son las ocho y cuarto. Ya se puede entrar a ver a Javi.
-¿Cómo está?
-No he ido, porque no quería dejarte sola. Ahora vamos los dos.
Pusimos bien los asientos y entramos al hospital.
En la sala de espera estaban Dani y Xiza, ya que entraban de dos en dos y ahora estaban María José y Adrián dentro.
-Nosotros ya hemos entrado, así que ahora podéis entrar vosotros-dijo Xiza.
-Sí por favor, que quiero verle-dije angustiada.
No tardaron mucho en salir y pudimos entrar.
Estaba despierto, gracias a Dios, pues con el último recuerdo que tenía de él, no me apetecía verlo de otra manera que no fuera despierto.
Fui corriendo y lo abracé.
-¡Javi! ¿Cómo estás?
-Estaría mejor si no me gritaras-dijo y me sonrió.
-Nos has dado un buen susto cabrón-dijo Zac dándole una colleja.
-Perdóname, sé que me viste y lo pasaste mal-dijo Javi mirándome.
-No es tu culpa, y no te preocupes ahora por eso-miré a Zac y con la mirada parece ser que se lo dije todo, porque hizo exactamente lo que yo quería.
-Voy a llamar a mi madre, ¿vale? Evelyn a ti te veo fuera, para llevarte a casa. Que te recuperes tío-Zac salió por la puerta y nos dejó solos.
-¿Cuánto tiempo llevas aquí?
-Toda la noche, me vine poco después que tú.
-¿Enserio? Estarás cansada.
-No te creas, he dormido un ratito en el coche con Zac.
-Gracias por venir, enserio. No sabes lo importante que es para mí.
-Que no es nada tonto. Es normal, eres mi amigo y vengo a verte.
-Sí, pero sabes que tú para mí no eres sólo una amiga.
-Javi… me alegro mucho de que estés bien, pero es mejor que me vaya.
-Sí, con Zac…
-Adiós Javi-le dije ignorando su comentario y me fui.
Los chicos estaban en la sala de espera, excepto Zac, que me dijeron que me estaba esperando en el coche.
Entré y me puse el cinturón.
-Cuando quieras. Pero, si no te importa me gustaría ir a ver a mis abuelos, aprovechando que estamos en El Castillo.
-Donde usted desee señorita. Bienvenido a “Transportes Americanos S.L”
Los dos nos reímos y cogimos rumbo a la casa de mis abuelos, que estaba a un ratito, ya que El Castillo era bastante grande.
Tardamos una media hora, ya que él nunca había ido y por no escucharme, se equivocó un par de veces de calle.
Al llegar, llamamos a la puerta, y mis abuelos que son madrugadores estaban despiertos.
-¡Ay mi niña!-mi abuela me abrazó fuertemente-¿qué haces aquí?
-Es que un amigo está en el hospital, y hemos venido a verle. Quería pasar a verlos.
-Pero, ¿cómo está el chico? ¿Qué ha pasado?
-No te preocupes, él está bien.
-Y, ¿quién es este muchacho?-dijo con una sonrisa pícara.
-Es mi amigo Zac.
-Encantado señora.
-No me llames señora, llámame Minerva, que para eso soy joven-dijo riendo y moviendo las caderas.
-Pues encantado, Minerva.
-Igualmente Caz.
-Es Zac abuela, no Caz.
-Bueno, bueno, pasad.
Allí nos bañamos, pues teníamos unas pintas horribles. Yo me puse ropa que tenía allí de otras veces, y Zac se puso algo de Jonathan.
Estuvimos con ella y con mi abuelo, y sobre la hora de comer nos fuimos, aunque nos costó, ya que mi abuela quería que nos quedáramos a comer. Pero Zac, me dijo que quería invitarme él.
Fuimos a un sitio súper romántico: El Burguer King.
Llamadme infantil, pero me pedí el “Menú Diverking”
Soy muy delicada para la comida, y por eso me pido el infantil, con una hamburguesa muy simple: dos panes, dos carnes y queso. Añadiéndole el kétchup, con el que me puse perdida. Aunque era de esperar, viniendo de mí. Él, tan gracioso como era, se reía de mí. Después nos fuimos al centro comercial, que estaba al lado.
-Me siento un poco mal, nosotros aquí divirtiéndonos y tu pobre primo mal.
-No te preocupes, le compramos algo y para cuando lleguemos a Luna, ya estará él allí.
-Genial-dije sonriendo-me parece una idea estupenda.
Estuvimos en tiendas de ropa, incluso en una tienda Disney, que me encantan. Estuve mirando las estanterías, y me paré en la de “High School Musical”.
-¿Otra vez con Zac Efron?
-Sí, ¿algún problema?-dije echándole una mirada asesina.
Seguimos mirando y entre tienda y tienda, encontramos el regalo perfecto.
-¡Este es! Es perfecto para Javi.