Al acabar de comer, nos fuimos a casa, y allí Javi cogió su moto.
-Gracias por dejarme estar con él rubia.
-De nada. David, vámonos para adentro que en un rato llegará Zac.
-¡Yo quiero ir en la moto!
-Sí, pues no faltaba más… vamos anda-lo cogí de la mano y lo empujé hacia la puerta. Adiós Javi.
-¡Adiós Javi!-gritó David.
-Adiós enano-dijo y yo me di la vuelta camino hacia la puerta-¡Rubia!-me giré bruscamente y con sonrisa picarona añadió-Adiós.
Arrancó la moto y se fue. Así, sin más. Tendrá la cara dura…
Horas más tarde.
-[…]
-Hola Zac, ¿a qué hora vienes?
-[…]
-¿Qué vas a llegar más tarde? ¿Por qué?
-[…]
-¿Ayudar a un amigo con la mudanza?
-[…]
-No, pongo esa voz porque tenía ganas de verte, creerte sí te creo…
-[…]
-¿Pero a qué hora has quedado con él?
-[…]
-Nueve, eh… Pues nada, tú cuando acabes me llamas, ¿vale? Un beso, te quiero.
-[…]
Sí hombre, a ayudar a un amigo con la mudanza… ¡Pues no va a tener esa suerte! Este ha quedado con Clara en la heladería a las ocho, y allí voy a estar yo… ¡se van a enterar!
Miré el reloj, las ocho y cuarto. Tenía el tiempo súper justo.
-Sergio, no preguntes, ¿estás en casa?
-[…]
-Pues en quince minutos en la puerta de mi casa con la moto, ¡luego te lo explico!
Colgué el móvil y me metí corriendo en la ducha.
La ducha no fue más rápida porque Dios no me dio la “híper-velocidad” al nacer, pero vamos, que casi me mato y todo.
Me puse unos vaqueros y una camiseta cualquiera, cogí un pañuelo para el cuello, metí todas mis cosas en mi bolso, cogí mi chaqueta y me dispuse a salir, pero como siempre…
-Evelyn, ¿dónde vas?
-Me tengo que ir mamá.
-¿Es que viene Zac hoy?
-Sí, está al llegar.
-¿Ha cerrado bien la puerta de la casa de El Castillo?
-Sí mamá, todo perfecto, ¡me voy!
-¿Y el niño?
-¡En su cuarto!-chillé tras cerrar la puerta.
En efecto, al salir a la puerta estaba Sergio en la moto.
-Mira Barbie, yo no sé en qué andas metida, pero sea lo que sea ten cuidado anda.
-Que no es nada, llévame a la Alaska anda.
Me subí a la moto y nos fuimos.
-¿Pero no has quedado con Zac? ¿Por qué no te recoge él?
-¡Ay, mira para adelante que nos vas a matar! No he quedado con él, es… ¡Sergio, ya te lo contaré que no llego!
Al llegar, me bajé de la moto y eché una mirada rápida a la terraza de la Alaska.
-¡Allí están!-grité.
Clara estaba sentada en una mesa tomándose un batido. Frente a ella, un moreno. No pude ver más, pues estaba de espaldas.
-¿Esa es Clara? ¿Y con quién está?
-Zac. ¡Será cabrón!
Sergio me tapó la boca y me estrechó contra él.
-A ver Evelyn, explícame.
-Que es Zac, que me pone los cuernos con la loca esa-dije llorando.
-Que no es Zac… ¿cómo lo sabes?
-Porque lo sé, míralo, ¡es él!
-Evelyn, veo una espalda y un pelo moreno, hay cientos así. ¡Yo mismo soy así!
-Bueno, vete, vete, que yo sé lo que hago.
-No lo sabes.
-Da igual, ¡tú vete!
-Bueno, ya sabes dónde encontrarme, llámame y te recojo en nada.
Sergio se fue, y yo estaba decidida.
Pensaba plantarme allí y matarlos. A los dos. ¿A quién primero? Bah, da igual, a los dos.
Me limpié las lágrimas, respiré hondo, y me encaminé.
Entonces algo hizo que me parara, el chico se levantó. Entró en la heladería, para ir al baño supongo.
Entonces aproveché, fui hacia ella y la tiré al suelo de la silla.
-¡Zorra!
-¡Ay, ¿pero qué haces?!
-¡Que es mío joder, siempre me haces lo mismo, voy a matarte!
-Ay, ¡ayuda!
Entonces volvió el tío, y yo quería morirme… pero de vergüenza. ¡No era Zac!
-¡Álex, ayúdame!
-Pero bueno, ¡suéltala!-dijo y me quitó de encima suya.
La gente dejó de mirar, y nos quedamos los tres.
-¿Se puede saber qué haces?-dijo Clara-Estás obsesionada conmigo.
No podía mirarles a la cara… lo pasé fatal.
-Yo… es que me confundí… pensaba que…
-¿Estás bien?-dijo el chico, parece ser que Álex, acercándose a ella-No sé en qué pensabas, pero no estás muy bien.
Entonces, me alteré.
-¿Qué yo no estoy bien? ¡¿Pero tú conoces a ésta? ¡Que va chantajeando por ahí a la gente!-chilló Clara.
-¡¿Qué dices?! ¡Eso es mentira!
-¡Ya basta!-Alex nos intentaba callar.
Pero no podía, cada vez chillábamos más. Sólo una voz desde atrás hizo que me callara.
-¿Evelyn?-Zac estaba en la acera de enfrente metido en el coche.
-¡Zac!
-Sí anda, llévatela porque se le está yendo la cabeza-dijo Clara.
-Ven anda, súbete.
Fui hacia el coche mirándolos a los dos, y pude ver cómo se reía Clara mientras Álex la abrazaba. Lo tenía todo preparado, qué guarra…
-Me subí al coche y nos fuimos de allí.
-Jaja jaja-Zac no paraba de reírse.
-Pues a mí no me hace gracia, lo he pasado muy mal.
Se lo conté todo mientras íbamos en el coche.
-Ya me imagino. ¿Pero cómo puedes pensar eso de mí, tonta? Si sabes que te quiero más que a nada.
-Yo que sé, oí eso en el baño y pensé… ay de verdad, lo siento mucho Zac.
-No te preocupes, pero no montes más numeritos de estos.
-Por supuesto, eso ni pensármelo vamos, qué mal… Oye, ¿lo de la mudanza?
-Pues la verdad, voy a llamarlo y decirle que no puedo, porque creo que tú me necesitas más.
Se me dibujó una sonrisa enorme en la cara, y eso él lo notó.
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