La mañana del lunes me desperté con dolor de cabeza y fatigas. Estaba segura: me había puesto mala. No tenía hambre, así que ni siquiera bajé a desayunar. Miré el reloj, eran las once de la mañana. Ni siquiera tenía fuerzas para levantarme. Esto no podía ser bueno, yo no solía ponerme mala.
Volví a dormirme, hasta que mi madre entró por la puerta a las dos.
-Cielo, es muy tarde ya, deberías levantarte.
-Es que no me encuentro bien.
-¿A ver?-dijo tocándome la frente-Tienes fiebre.
-Joder, pues había quedado.
-Bueno, tú estate aquí. No vas a salir estando mala.
-¿Puedes traerme un vaso calentito de leche?
-Claro, y tú no te muevas que te conozco.
-Que no…
Mi madre salió de la habitación y cerró la puerta.
¡Mierda, mierda, mierda…! ¿Pero qué hago yo ahora?
Hoy tengo que ir al parque en el que he quedado con Clara, y como no me presente, me mata.
Entre que pensaba y no qué podía hacer, mi madre subió con el vaso de leche y un paquete de galletas.
-Tómate esto, y quédate aquí viendo la tele o lo que sea.
-Pero si mejoro…
-Nada, hoy no se sale.
-Pero…
-No hay peros que valgan.
Mi madre volvió a salir de la habitación y me dejó con la palabra en la boca.
Lo único que se me ocurrió hacer fue conectarme a internet para ver si Clara estaba conectada o algo. Y parece que tuviera una webcam en mi habitación, pues allí estaba, conectada.
Yo: Clara, tengo un problema.
Clara: ¿Qué coño te pasa ahora?
Yo: me he puesto enferma, y no puedo ir esta tarde.
Clara: ese no es mi problema, tienes que ir.
Yo: joder Clara, es que de verdad no puedo… dime por aquí lo que tengo que hacer.
Clara: bueno, tú verás, tienes cuatro días para hacer tu siguiente “misión”.
Yo: ¿Y de qué se trata?
Clara: tienes que ideártelas para que yo y mis amigas podamos ir a esa fiesta ibicenca en la casa de Javi y María José.
Yo: ¡¿Qué?! ¡Pero si te caen mal! Además, ¿cómo te has enterado?
Clara: por comentarios de Tuenti. A lo que iba, ya sabes lo que tienes que hacer, ¡Au revoir!
Clara se ha desconectado.
Es normal que estuviera mala, ¡si es que esta tía me pone enferma!
Ahora, tengo que conseguir que la zorra de Clara venga a la fiesta.
No tenía más ganas de pensar, así que me tomé la leche viendo la televisión.
Y, como era de esperar, me quedé dormida.
Me despertó mi móvil, era Zac.
“¿Podemos vernos hoy? Quiero hablar contigo”.
Contesté rápidamente, “No puedo, estoy mala”.
Instantes después, volvió a llegarme un mensaje suyo.
“Vale, como quieras. Y no te preocupes, no pienso llamar a nadie para asegurarme de que lo que dices es cierto”
Qué capullo. Puede llamar a quien quiera, nadie sabe nada. Excepto Clara y mi madre, pero no creo que los llame.
Como no tenía gran cosa que hacer, seguí viéndola televisión.
No hay nada más triste que estar mala y estar sola.
Un rato después llamaron a la puerta. Bajé rápidamente.
-¿Quién es?
-Médicos sin fronteras. Vamos, ábreme.-la inconfundible voz de Sergio. Abrí la puerta y entró-Un pajarito me ha contado que estás malita.
-Sí, y supongo que ese pajarraco ha sido Zac.
-No me ha llamado. Me ha dicho por Internet que estabas mala porque no quería que estuvieses sola.
-Ya…-me dispuse a cerrar la puerta, pero Sergio me paró.
-Espera, mira lo que traigo,-volvió a asomarse y entró con dos bolsas-chucherías y porquerías de todas clases, y algunas películas.
-Ay, qué haría yo sin ti.
-Pues poca cosa.-Sergio sonrió y entró-¿Dónde nos vamos a apalancar?
-En el salón, mis padres trabajan.
-Yo subí arriba a por mi móvil y a apagar la televisión, mientras Sergio ponía las películas.
Ya en el sofá tirados, Sergio sacó el tema que yo sabía iba a sacar.
-Evelyn, ¿te pasa algo con Zac?
-No, ¿por qué lo dices?-le ofrecí el cuenco de palomitas.
-Te noto distinta, como si todo entre vosotros hubiese sido pasajero.
-No es eso… dejemos el tema.
-Como quieras-cogió el cuenco y comenzó a comer.
-A propósito… necesito tu ayuda.
-Claro, dime.
-Quiero que Clara venga a la fiesta del sábado.
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