lunes, 3 de enero de 2011

Cap.26 ¿Separarme de Zac?

-Ay, ay, Evelyn. Que no te conviene llevarte mal conmigo. Por cierto, muy guapa con esas ojeras, ¿no has podido dormir?
-Mira niña, que bastante tengo ya, eh. Por ahora he dicho que me caí por las escaleras.
-Bueno, y ¿quién se supone que grabó la pelea?
-Eso a ti no te importa.
Claro, me doy de hostias con una, lo graban y una amiga puede meterse en graves problemas, y ¿no me importa? Esta tía es tonta.
-Clara, al tema que te pierdes… ¿qué es lo que quieres?
-Que me hagas caso.
-Y ¿qué se supone que tendría que hacer?
-Para empezar, no quiero volver a verte con ese chico, el moreno.
-¿Óscar? Mira que tirártelo y no saberte el nombre…
-No, ese no. Además, no tengo porqué aprenderme todos los nombres de los tíos que me tiro.
-¿Entonces? No voy a separarme de Sergio.
-No te quieres dar cuenta, ¿eh? Me refiero a tu noviete, el moreno buenorro.
-Zac…-susurré, me salió casi sin querer.
Tenía razón, no quería verme en esa situación.
-Sí, ese. Zac, no quiero verte con él. Y tengo gente que te vigila. Si lo ves, voy a enterarme.
-Pero, ¿por qué? ¿Por qué lo haces?
-¿Aparte de porque me partiste la cara? Si te hago un favor, Evelyn. Zac no tiene que estar con una chica como tú, a él le pega más… ¡una como yo!
-O sea, una zorra.
-No empieces niña. No tengo nada más que hablar contigo, ¡que no te vea con Zac!-dijo y se fue.
Así, sin más. Increíblemente mala, la muy zorra.
No tenía otra opción, tenía que hacerlo por Xiza, y por Zac. Puede que a él le joda separarse de mí, pero el dolor sería mucho mayor si se tratase de ver a su hermana en serios problemas, o lo que es peor, en la cárcel.
No sabía qué hacer, no podía encerrarme en mi casa, eso seguro.
Laura hoy tenía que hacer faenas, y Sergio iba a surfear. No lo pensé más, y me dirigí a la casa de María José. Tardé un ratito en llegar, porque no me di prisa. Al llegar, Javi me abrió la puerta.
-Hola Javi, ¿está tu hermana?
-Sí, está en su cuarto.
-Pero, ¿está con Adrián?
-No, está sola.
-Gracias-dije y empecé a subir las escaleras.
-Oye, y tú ¿cómo estás? Vi la pelea.
-Bien, sólo tengo un arañazo bajo la oreja. ¿Y tú, qué tal? De resaca, ¿no?
-Un poco, pero estoy bien.
-Gracias por preocuparte, Javi.
-Anda ya, qué tonta-sonrió y volvió a hablar-ve para arriba.
-Sí, que si no, no subo nunca.
Subí y llamé a la habitación de María José.
-¡Entra!-abrí la puerta y me senté en la cama. Ella estaba con el ordenador, supongo que en el Tuenti-¡Evelyn! ¿Cómo estás? Pensaba llamarte ahora, lo juro.
-No te preocupes, estoy bien.
-No te volví a ver en toda la noche, ¿dónde te metiste so perra?
-Me fui con Zac-sus ojos me prestaban más atención ahora.
Se levantó y fue solo entonces cuando pude divisar su peculiar pijama. Tenía el pantalón lleno de ovejitas, y en la parte de arriba, una oveja grande que ocupaba desde el pecho hasta la barriga-, monísimo el pijama, ¡eh!
-Calla tonta, ¡me lo regaló Adrián y me encanta!-las dos estallamos en carcajadas. Volvió a sacar el tema de Zac-No me cambies de tema bandida, ¿qué pasó con Zac?
-Nada… fuimos a la playa, nos tumbamos a ver las estrellas y…
-¿Y?
-Volvimos a casa…
-¿Y?
-¿Cómo que y…? ¿Qué esperabas?
-¡Que si hubo tema!
-Joder María José, ¡no! Ni siquiera estamos saliendo.
-¿No?
-No.
-¿Segura?
-Sí
-¿Sí?
-¡No sé! Cómo mareas tía.
-¡Ajá! Dudas…
-No seas tonta…
Comenzó a sonar el móvil de María José, y empezó a sonreír de forma muy pícara,
-Deduzco que es Adrián.
-No, es el rey de Roma.
-¿Te llama el rey de Roma?
-¡Es Zac, imbécil!-dijo y lo cogió-¡Hola Zac!
-[…]
-¿Evelyn? Pues casualmente… ¡Ay!-le pegué un puñetazo y comencé a hacerle señas para que dijera que no-Pues eso, que la he llamado pero no contesta.
-[…]
-Que, ¿Si sé que le pasa?-me miró en busca de una señal, y le dije que no-No, no. No sé nada, ¿por qué?
-[…]
-Bueno primo, si me entero de algo te aviso ¿vale? Un beso.
-[…]
Colgó el teléfono y me echó una mirada asesina.
-¿Se puede saber qué coño le estás haciendo a mi primo? Lo ilusionas y lo ignoras. Tía, ¿de qué vas?-lo mismo que me dijo Laura.
-Joder, tranquilízate… yo no paso de él. ¡Si anoche mismo estuve con él! Sólo le dije que hoy no podía, que tenía cosas que hacer.
-Claro… venir aquí a verme, súper importante.
-Joder, no he hecho nada malo.
-Yo sólo te digo que no le hagas daño, no cometas el mismo error que con mi hermano.
De repente, empecé a sentirme muy incómoda, tenía que salir de allí.
-Bueno, yo tengo que irme, sólo pasaba por aquí y quería ver cómo estás.
-Claro, ¿te acompaño hasta la puerta?-dijo un poco molesta.
-No hace falta, tú quédate por cosas más importantes, no vaya a ser que llame Zac en mi ausencia-no sé si captó mi ironía, el caso es que se quedó callada.
Bajé las escaleras con un poco de rabia, no entendía por qué se cabreaba tanto. Al abrir la puerta, escuché mi nombre por detrás.
-Evelyn, ¿te vas?-Javi parecía decepcionado.
-Sí, tengo que irme.
-¿Puedo llevarte?
Tras pensarlo un segundo, cedí. La verdad, no tenía ganas de ir andando hasta mi casa.
-Ponte el casco-dijo tirándomelo.
-Desde luego, que tienes un peligro…
-¿Qué dices? Si yo soy la seguridad personificada.
-Ya, ya-los dos nos subimos y arrancó la moto.
A pesar de vivir algo lejos, llegamos en muy poco tiempo.
Al llegar, me bajé de la moto y le di el casco.
-Oye, ¿quieres quedarte un rato?
-¿En tu casa?
-No hombre, en la Mezquita… pues claro, tonto.
-Sí, claro.
Necesitaba un amigo, y él era el recurso más cercano.
-Pues vamos hacia adentro-dije sonriendo.
De repente sentí que alguien nos observaba.

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