Esa noche hacía aire fresco, lo recuerdo bien. Óscar y yo nos encontrábamos en el capó del coche de Dani, en silencio.
-Bueno, no sé, di algo ¿no?
-Tú querías hablar.
-Cierto, eh… ¿sabes por qué he venido, no?
-Sí, algo me dijiste antes.
-Pero no tengo nada que hacer, ¿verdad?
-Óscar joder, es que te follaste a mi amiga…
-Ya, y no sabes cuánto me arrepiento.
-Mira Óscar, me ha costado mucho, pero he aprendido a estar sin ti.
-No te preocupes. Supongo que al final del verano volveré a mi ciudad.
-Pero sin malos rollos, ¿vale?
-Claro-vino y me abrazó-Te quiere.
-¿Qué?
-Que te quiere.
-¿Quién?
-El chico moreno, se nota que te quiere mucho, y tú a él.
-¿Yo?
-Sí. Te conozco, se te nota en la forma en que lo miras.
-Bueno, pues gracias por la información-nos levantamos dispuestos a irnos.
-¿Vas para dentro?
-No, me voy con Zac.
-Vale, ya nos veremos.
Él se fue para adentro y yo me fui hacia el coche de Zac.
Entré y le di un pico apurado.
-Vaya, ¿y esto?
-No sé, lo hago por la forma de mirarte.
-Lo que tú digas. ¡Estás loca!-arrancó el coche y nos perdimos en la noche.
Casi me quedo dormida, pues no sabíamos adonde ir.
-Evelyn, ya hemos llegado.
Abrí los ojos y encontré su cara frente a la mía.
-¡Coño! Me has asustado.
-¿Tan feo soy?
-Eso será. ¿Dónde estamos?
-En la playa.
-Pero…
-Estamos sobre la arena. Si echara el coche unos 15 metros hacia adelante estaríamos en el agua.
-Estás loco.
-Seguro.
Bajé del coche y me quité los zapatos.
Hacía viento, pero la temperatura era agradable.
Zac me tomaría por una loca, pero empecé a correr por la arena.
-¡Uuuu!-comencé a gritar.
El viento mecía mi pelo y me acariciaba la cara.
Y yo pensaba que me tomaría por una loca… Zac también se quitó los zapatos y empezó a correr hacia donde yo estaba. Sin darnos cuenta, comenzó a ser una carrera. Hasta que, me empujó y yo comencé a perseguirlo a él.
Pero, en un intento de huir yo de él, tropecé y me caí. Zac, tan suertudo como es, tropezó conmigo y cayó a mi lado.
-¡Ay! Me he jodido el tobillo-dijo.
-¿Estás bien?
-Sí, no es nada.
-Oye, que no quiero llenarme de arena.
Me levanté, me sacudí y lo ayudé a levantarse a él.
-Tengo una idea.
-¿Cuál?
-Tú ven.
Le hice caso y fui. De repente, se quitó el polo dejando ver sus abdominales.
-Pero, ¿qué haces? Así no me conquistarás-añadí risueña.
-Calla.
Se puso detrás de mí y me vendó los ojos con el polo.
-Me das miedo.
-Confía en mí.
No sé porqué, pero un escalofrío me recorrió la espalda.
-Ya está. ¿Ves algo?
-Sí, una película… ¿cómo quieres que vea? Me acabas de vendar los ojos, que casi me arrancas media cabeza.
-Eres una borde.
-Bah.
-No te sueltes.
-¿Qué no me suelte cóm…?
No pude terminar la oración ya que me vi suspendida en el aire.
-¡Eh, suéltame!
-No, si lo hiciera sabrías mi idea.
-Venga, a ver si adivino… vas a traerme a Zac Efron, ¿no?
-Bueno, a mí me llamas Efron-dijo mientras estábamos en movimiento.
Tenía la piel cálida y suave. Pareció notar que lo tocaba, pues escuché su risa.
-¿Te gusta?
-¿El qué?
-Tocar mi pecho.
-Bah, no te creas-escuché de nuevo su risa-¿falta mucho?
-¿Para qué?
-Para la “sorpresa”.
-Pues no sé, cuando dejes de moverte y de hablar te lo enseño.
-Pero ¿no estamos andando?
-Qué va, llevamos un rato parados-mierda, no me había dado ni cuenta.
-Bueno pues venga, quiero verlo.
Entonces sí noté movimiento. Me montó en un sitio, y luego en otro más alto con mucho cuidado.
-No te muevas.
-Vale-pero como tonta que soy, me eché un poco hacia atrás, y al notar vacío chillé. Casi me caigo, pero él volvió a echarme hacia adelante.
-Son sólo dos minutos.
Algo fino me tocó la mano y yo me tomé la libertad de descubrir qué era. Era algo parecido a una sábana. De repente, me lo arrebataron.
-¡Eh!-me quejé.
-Lo necesito.
-Joder…
En cuestión de segundos vi pasar mi vida por delante de mí. Algo empezó a rugir y vibrar debajo de mí. Empecé a gritar, y entonces lo entendí. Yo estaba sobre el coche y lo había arrancado.
-¡Eh, eh! Tranquila, estoy aquí-dijo y me abrazó por detrás.
-¡Bájame de aquí!-me hizo caso.
-Relájate. Ven, sigue mi voz y mis pasos.
Seguí andando hasta que me paró.
Me tumbó sobre una sábana y pude oír música, seguramente desde el coche.
-Mira-fue lo último que escuché antes de que me quitase el polo de los ojos.
Lo primero que vi fueron las estrellas. Muchas estrellas. Entonces me vino a la cabeza una canción de una película de mi infancia.
“Mira y verás como el cielo es azul, cierra los ojos describe su luz. Millones de estrellas brillando a la vez, en tu mirada se ve”.
Preciosa película, y preciosa canción.
-Son bonitas, ¡eh!
-Sí, pero no hacía falta que e vendaras.
-Entonces no tiene gracia…
-Qué gracioso. Toma, póntela-le di el polo para que se lo pusiera.
-Sí, que empieza a hacer frío-lo cogió y se lo puso.
Nos quedamos mucho tiempo allí tumbados. Yo tenía apoyada mi cabeza sobre el pecho de Zac.
-Evelyn, igual esto no es de mi incumbencia, pero de todas formas te lo pregunto. ¿Qué quería Óscar exactamente?
-Pues la verdad, de tu incumbencia no es… pero te lo diré igual. Ha venido con la intención de volver con migo, y según mi contestación se iría a su ciudad o no.
-Entonces… ¿se va a ir?-forma indirecta de preguntar mi contestación a Óscar.
-Pues sí, se pira.
Dio un suspiro de alivio y me abrazó.
-Mejor.
-¿Por qué?
-Por que ha sido llegar y meterte en peleas.
-Bueno, no fue intencionadamente.
-Ya… por cierto, la has dejado hecha mierda, ¡eh!
-Se lo merecía. Hizo lo peor que podía haber hecho.
-¿El qué?
-Tocarme lo que era mío.
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