La situación era perfecta. Como ver el futuro.
Zac conduciendo, con esa carita de concentrado, cantando a todo volumen las canciones que iban saliendo en “Europa FM”. Detrás, un niño en cada extremo con sus cinturones abrochados mirando por las ventanas.
Y yo, delante de copiloto con una sonrisa de oreja a oreja sin poder ocultarlo.
-Te ha comido la lengua el gato, ¿no?-preguntó Zac y los niños se rieron.
-No, sólo pensaba.
Sí… era como ver el futuro… pero el futuro que yo quería.
O no… ¿quién sabe? Ni si quiera yo.
De repente me vino a la cabeza la imagen de Javi.
Tenía que ir a verlo, y hablar con él, pues apenas hacía unos días que me había liado con él y había tenido relaciones sexuales con él. Además, por nada del mundo quería perder su amistad.
Zac me miraba interesado. Quizás un intento de leer las facciones de mi cara.
-¿Qué miras?
-Evelyn, ya hemos aparcado.
Ni siquiera me había percatado que el coche no estaba en marcha.
-¿Y los niños?
-En el parque.
Zac nos había vuelto a traer al parque del principio.
-Pero, ¿qué hora es?
-Las doce y media, les da tiempo a jugar un rato más.
Bajamos del coche y nos sentamos en un banco del parque.
-He estado pensando en ir a ver a Javi.
-Tú verás lo que haces, te metes en la boca del lobo.
-No creo.
No articuló palabra alguna y se hizo el silencio.
Zac estaba preocupado, creía que yo iba a volver con Javi. ¿Lo haría? Tendría que reflexionarlo. Reflexión, ¿qué es eso? Quizás pararte a pensar en tus actos y decidir si son buenos o no. ¿Para qué? Quién sabe, siempre te rayas y lo pasas muy mal. ¿Quién dice que hay que reflexionar? ¿Quién decide realmente lo que es bueno y lo que no? No lo sé. Yo no soy filósofa ni nada de eso, pero quiero hacer las cosas bien… o quizás no.
Después de reflexionar, sólo hay un hecho que está claro, el dolor de cabeza.
Los niños jugaban felices en el parque. Qué tiempos aquellos, cuando nuestra preocupación era ponerse el primero en la fila, o ser el capitán en algún juego… Sin pensar en problemas de otro tipo. A ellos, con un simple caramelo les arreglas el día.
-Evelyn, es casi la hora de comer, ¿os llevo?
-Sí, gracias. ¡David, Jenny, nos vamos!-grité.
Me costó, pero con la ayuda de Zac conseguí llevármelos.
Ya en el coche, Zac sacó una conversación que yo sabía que tarde o temprano sacaría.
-Entonces, vuelves con mi primo, ¿no?
-Ya empezamos… Zac, no tengo que darte explicaciones, y en el caso de dártelas, no te interesarían.
-Ya me sé la respuesta-dijo sonriendo.
-¿Cómo?
-A ver Evelyn, hay una razón, por la que si tú no eres tonta, no volverás a irte con él.
-¿Y se puede saber qué razón es?
-Te gusto-dijo poniendo cada de indiferencia y divertida a la vez-es simple, te gusto.
-Oh, vamos… no digas tonterías-dije y le giré la cara.
En poco tiempo estuvimos allí y los niños bajaron corriendo.
-¿Sigues encabezonada en que no te gusto?
-Es que no me gustas.
-Ay cariño… que negarlo es la forma más directa de afirmarlo.
-Lo que tú digas-salí del coche y él hizo lo mismo.
-Evelyn espera-dijo desde detrás de mí aproximándose a mí.
-¡¿Qué?!-dije y me giré.
Cosa que igual no debía haber hecho. O sí. El caso es que Zac me besó. Posó sus labios sobre los míos de una forma cariñosa y salvaje a la vez. Menudo beso, sin dudarlo, mucho mejor que cuando iba borracha.
Intenté apartarlo, pero él se opuso. Me abrazó por la cintura y yo cansada de intentar apartarlo, lo abracé por el cuello. Nuestras lenguas se unieron formando una. Ninguno de los dos queríamos separarnos, queríamos que el tiempo se parara y que el beso nunca terminara.
Pero claro, tenía que terminar en algún momento, y el momento fue cuando mi sobrino vino corriendo y empezó a gritar.
-¡Ves como has cambiado de novio!
Nos separamos al momento, y nos reímos.
-Yo debería irme-dijo Zac sonrojado.
-Claro, ya hablaremos.
-Después te llamo-me guiñó un ojo y se fue hacia su coche.
Ya dispuesta a meterme en casa, me llamaron por detrás.
-¡Evelyn!
-Ah, hola Sergio-¿nos habría visto?
-¿Qué tal pillina?-Sí, me había visto.
-No sé a qué te refieres.
-Vamos, que te he visto.
-Esto… ni se te ocurra contárselo a nadie.
-¡Pero Evelyn!-dijo mientras yo me alejaba.
Entré en casa y cerré la puerta detrás de mí.
Dios mío… ¿qué había hecho? ¡Había besado a Zac! Bueno… ¡Zac me había besado! Estaba en las nubes…
Al llegar al salón vi alguien que no esperaba ver.
-Cielo, ¡mira quién ha venido!
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